25/6/11

LA LEY ORGANICA DE LIVERTAD RELIGIOSA

La sociedad española ha cambiado muchísimo en 30 años. Y sin embargo, mantenemos como norma grabada en piedra sagrada la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, que sigue inalterable, pese a la gran transformación de la sociedad.


Que más del 36% de los menores de 30 años se consideren no creyentes o ateos, que el 75% del conjunto de la sociedad considere que la Iglesia católica detenta un exceso de poder o que el mapa de los centros de culto se extienda mucho más allá de las tres principales religiones monoteístas son tres ejemplos que ponen en cuestión un marco legislativo concebido entre 1978 y 1980, del que no se ha tocado ni una coma. En la cuestión religiosa, la Transición ni ha empezado.


Seis días después de que entrara en vigor la Constitución, el Gobierno sancionó unos Acuerdos con el Vaticano que dejaban en evidencia la misma norma suprema: se establecía una inaceptable asimetría entre la jerarquía católica y el resto de ciudadanos. Aún hoy, aquellos acuerdos representan privilegios económicos, fiscales y educativos. En un momento crítico para la economía, la falta de transparencia en relación a la financiación de la Iglesia católica, es una asignatura pendiente para garantizar la igualdad.


Ya no puede aplazarse más el objetivo que persiguieron los constituyentes de hacer de España un Estado aconfesional. Y cuando se logre, tendremos que aspirar a una nueva legislación que garantice los derechos de cualquier opción filosófica, sea o no religiosa. Sólo así estaremos más cerca de una sociedad laica, que respete cualquier opción, creencia o fe y garantice la neutralidad del Estado frente a todas ellas.

EL EGOISMO DE LA PATRONAL DE ESPAÑA

La CEOE presentó el martes no sé muy bien qué, algo así como lo que se necesita para devolvernos a un estadio pre político, a la edad media, al feudalismo. En contra de lo que afirman los partidos (¡qué van a decir ellos!) nos encontramos no sólo en medio de una marea neoliberal a la que no sabemos cómo oponernos, sino en medio de una avalancha antidemocrática, como afirman los indignados. No olvidemos que ninguno de los recortes en derechos laborales y sociales que se están haciendo ha sido votado por nadie ya que nada de esto ha ido en ningún programa electoral. No olvidemos tampoco ni por un momento que la ciudadanía no ha elegido ni a estos señores de la Comisión Europea, ni a los del FMI, ni a nadie de los que están al frente de ninguna institución económica. Ninguno de estos organismos ha presentado un programa para que fuera validado o legitimado por la ciudadanía. Así que sí, tenemos y expresamos dudas legítimas acerca de lo democrático de todo este proceso.
Para que esto acabe bien (para ellos) no sólo tienen la necesidad de acabar con cualquier resto del estado del bienestar, sino que esa maniobra tiene que apoyarse en una ideología que legitime y contribuya a mantener la nueva situación. Llevan años en ello, destrozando la cohesión social, convirtiéndonos en consumidores, fomentando el individualismo sobre cualquier valor colectivo… pero ahora hay que ir más allá. En EE.UU el Tea party lo tiene claro: todo lo hace dios, la desigualdad es creación de dios y no hay sino que conformarse, agachar la cabeza y rezar, como en la Edad Media. Aquí la CEOE nos presenta una versión sofisticada del asunto: son los genes. Los pobres son pobres por los genes, que les impiden salir de esa situación. Por eso han presentado un proyecto para una contrarreforma educativa en la que se elimine cualquier rastro de la lucha por la igualdad de oportunidades. Total, no sirve para nada, son los genes. Los ricos tienen buenos genes y por eso estudian más, sacan mejores notas y luego son buenos empresarios. No hay que gastar en los pobres: es dinero tirado. Esta explicación de un clasismo intolerable, es la mayor amenaza a la igualdad que nadie, que no fuera un nazi enloquecido, haya expresado en público.
Las mujeres van aparte, aunque también tenemos lo nuestro, con nuestros genes. Según los empresarios, la mayor presencia femenina entre los docentes “no ha sido bien recibida por todo el mundo” (no sabíamos que nadie hubiera protestado hasta ahora). La razón de que esta mayor presencia femenina no guste es que al asumir las mujeres las labores profesionales y las tareas del hogar, el colectivo de docentes ha primado las reducciones de jornada y la introducción de la jornada continúa por encima del salario. Nosotras tenemos la culpa de todo, especialmente de los bajos sueldos de los docentes. ¿Si nos vamos a casa subirán los sueldos masculinos? ¿Es eso lo que están diciendo los empresarios? ¿Están diciendo que no somos iguales, que no tenemos el mismo derecho que los hombres a ser igual de independientes y con los mismos sueldos? Están diciendo exactamente eso, sí.
Y ya puestos, cómo no hablar de la sanidad y de la necesidad empresarial de acabar con su carácter universal y gratuito, cómo iban los empresarios a dejar pasar esa oportunidad. Un tal Ángel de la Fuente, al parecer un experto en estas cuestiones recomendó el copago, subrayo la ineficiencia de esta sanidad (una de las más eficientes del mundo antes de que llegaran ellos) y, por último recitó el mantra económico y empresarial por excelencia y que se ha convertido en el top une de su argumentación (?): “No hay alternativa”. Ante tamaña desvergüenza, amenaza directa a nuestras vidas, estupidez, clasismo y machismo, soy partidaria de responder muy claramente. Claro que hay alternativa: que alguien os haga pagar lo que os corresponde de manera que con altos impuestos y muy progresivos, los que tienen dinero contribuyan a mantener el estado del bienestar que quiere la mayoría. Si los políticos no son capaces de organizarlo la ciudadanía tenemos que salir a la calle, presionar, protestar, rebelarnos, hasta conseguir los cambios necesarios para que la soberanía vuelva a estar en manos de la mayoría. Porque en este proceso de apropiación intolerable se están apropiando incluso de la democracia.