15/1/10

'El suelo está lleno de muertos... y a la gente no le importa'





Los haitianos que no han muerto buscan ahora algo de vida, la de sus seres queridos entre los escombros o la suya propia, removiendo sentimientos de horror. Los aviones que llegan con ayuda internacional los sobrevuelan y sólo sus tripulantes pueden ver la magnitud de la desolación que el terremoto dejó.


Los habitantes de Puerto Príncipe miran a su alrededor y asisten a su parcela de tragedia, que es sólo una pequeña porción de la realidad, pero tan inasumible como para buscar desesperadamente una salida. La que sea.


"Todo se empezó a mover y se derrumbó. Mi marido, mi primo, mi tía y mi tío... todos han muerto, ya no me queda familia, ni casa, ni nada. Sólo camino, camino y camino. Lo único que me queda es el pasaporte". Carline Abellar era vendedora de ropa haitiana, hasta que su tienda se desplomó el martes. Ahora no es más que una entre miles que viven desorientados y deambulando.


'Yo creía que los estadounidenses habían empezado a tirar bombas'


A su lado hay un cubano, Noelio Ermont, que vino a Puerto Príncipe a conocer a su familia hace seis días. "Al final, no he podido conocerlos, y ni siquiera puedo volver a mi país". Noelio está vivo, aquí en medio de la morgue enorme que es la capital haitiana, pero es un desaparecido para su familia en Cuba. Nadie sabe nada de él y él no sabe ni siquiera cómo poder comunicarse con ellos.


Vino a encontrar sus raíces y no ha hallado más que muerte. "Nunca había visto un fenómeno así, hay cadáveres por la calle, se están hinchando y cogen peste", describe. Pese a que entre la miseria es un privilegiado, porque además de estar vivo tiene un techo donde guarecerse, el cubano ya no duerme en su casa haitiana. Tiene miedo, el seísmo lo ha traumatizado. "Ahora duermo en la calle porque estoy aterrorizado. Veníamos en una guagua y empezó a dar bandazos. Al poco, una polvareda cubrió todo, y comenzó a aparecer gente herida, con sangre por la cara. Yo creía que los estadounidenses habían empezado a tirar bombas".


El cubano quiere avisar a los suyos de que está vivo, volver a casa para dejar esas imágenes atrás, pues cada vez que parpadea se horroriza con la misma realidad. "El suelo está lleno de muertos... y a la gente no le importa, cada uno va a lo suyo e intenta sobrevivir".


Noelio y Carline son sólo dos de las miles de personas que esperan impacientes poder salir del país. Se encuentran en el aeropuerto y no saben cuándo llegará el momento de poder dejar atrás "tanta destrucción y muerte". Allí esperan, mirando el trasiego, pero no saben cómo subirse a la esperanza, ya que la instalación es para ellos un hervidero de aviones que "traen de todo, pero no se llevan de nada".


Además, no tienen dinero para el billete. "Quiero irme como sea, esto se puede poner peligroso, encima he perdido mi casa y no tengo absolutamente nada", llora Carline. Poco a poco, otros como ellos se agolpan en el aeropuerto, como si fuese una puerta de salida hacia la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario