4/3/13


PATRONAL. CLASE OBRERA. LUCHA DE CLASES

Las últimas semanas han servido para que las organizaciones patronales vuelvan a solicitar del gobierno de turno nuevas medidas de acuerdo a sus intereses de clase.

Por una parte, la CEOE plantea la necesidad de facilitar la aplicación de los ERE, pues “las empresas tropiezan con problemas en los tribunales”. Es decir, a pesar de que la última contrarreforma laboral ya elimina la necesidad de contar con una autorización administrativa para poder plantear un ERE, y deja como único obstáculo para su validación la posibilidad de que éste sea rechazado en la correspondiente tramitación judicial por errores de forma o por no estar “suficientemente justificado”, la patronal quiere más: absoluta impunidad a la hora de liquidar cualquier tipo de tutela legal para liquidar derechos, o para despedir colectivamente. Y todo en un marco en el que se siga “profundizando” en la contrarreforma laboral.

Por su parte, CEPYME presenta sus credenciales en el año recién estrenado con una propuesta basada en la creación de un nuevo contrato para la juventud, de 645´3 euros mensuales, es decir, el Salario Mínimo interprofesional (SMI). ¿El motivo? En palabras de su presidente, Jesús Terciado, es que “algo hay que hacer” ante unas cifras de paro que entre los menores de 25 años llega al 57´6%, según Aeróstato.

Tras leer estas noticias hay quien, en un arrebato de ira, comenzará a bramar contra la “insaciabilidad” empresarial. Error. Porque no se trata de motivaciones guiadas por una mayor o menor voracidad; de mejores o peores sentimientos. Se trata de unas propuestas que tienen una lógica aplastante: la lógica de la lucha de clases, latente en toda sociedad donde éstas existen. Y la patronal la ejerce, como vemos.

Considerar que estas medidas, o que todas y cada una de las contrarreformas laborales aprobadas, han servido para “crear empleo”, resulta una necedad. Más de 6 millones de trabajadores y trabajadoras en paro, de momento, son la prueba fehaciente de ello. Porque no se aplican para eso. Su objetivo es reducir el precio de la fuerza de trabajo, a través de contratos más precarios, facilitando despidos, permitiendo la mayor disponibilidad posible del trabajador para servir al patrón… Dicho de otra forma: forzar que los salarios se encuentren lo más cercanos posibles al mínimo que permita reproducir la fuerza de trabajo para volver al día siguiente (claro está, si el patrón así lo quiere) a ese empleo, y siempre en las condiciones más precarias e inestables posibles, con el fin de garantizarse la sumisión obrera, básicamente gracias al miedo a perder la única fuente de sustento que tiene un trabajador o una trabajadora.

Si algo ha puesto de manifiesto la actual crisis, para quien quiera verlo y no esté sedado por 15-M´s (en sus diversas variantes) o teorías izquierdaunidescas, es la imposibilidad de hacer compatibles los intereses de las clases existentes en toda sociedad capitalista.

Mientras las grandes empresas monopolísticas que cotizan en el IBEX-35 han tenido en 2012 un beneficio cercano a 35.000 millones de euros (un 40% más que en 2011), los inefables Toxo y Méndez, teóricos representantes de los trabajadores y las trabajadoras, han solicitado, en las mismas fechas en las que CEOE y CEPYME presentaban sus nuevas-viejas propuestas, una ronda de conversaciones a gobierno y patronal con el fin de buscar fórmulas para que las consecuencias de la crisis se “repartan equitativamente” y promover, dicen, “el crecimiento del empleo y a cohesión social”.

Ahí lo tenemos. Los “miserables” (estos sí) llamando a las puertas del poder buscando acomodo, atemorizados por un lado ante el hecho de que el capital ya no tenga ni que seguir necesitando que desempeñen el histórico rol de falsos representantes de una clase a la que dicen defender, pues ni creen en ya en la existencia de las mismas; y atemorizados por otro a que la clase obrera, en un proceso de lucha ascendente, les reserve también a ellos un espacio privilegiado en el basurero de la historia.

La realidad puede presentarse como apabullante por las ingentes tareas pendientes. Pero igualmente, éstas resultan nítidas para quien las aprehende con la seguridad de pertenecer a una clase obrera, de ser un trabajador, una trabajadora, a quien la fría lógica capitalista se esfuerza por arrastrar, por el fango de la subsidiariedad y de la sumisión a unos intereses que, no sólo le son ajenos, sino que resultan antagónicos a los suyos. Porque CEOE y CEPYME, falso sindicalismo pactista y claudicante, propiedad privada de medios de producción, Unión Europea… por un lado; y empleo digno, derechos, libertad, poder obrero y popular efectivo… por otro, no son compatibles. Sencillamente.

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