Pues bien, CARLOS
DÍVAR, este sacrosanto pilar de la pulcritud y de la democracia cristofascista
que nos abruma, y de la que él mismo se jacta de ser la 4ª autoridad de este
Estado monárquico-franquista, ejerciendo su cargo de Presidente del Tribunal
Supremo y del CGPJ, ha derrochado un dinero público, el de todos los
españolitos por valor de varias decenas de miles de euros en viajes a distintas
localidades del Estado, con la falaz excusa de que eran viajes profesionales,
cuando ya se ha sabido tras las correspondientes investigaciones que en su gran
mayoría eran de carácter privado y además con compañías afectivas que, al
pairo, también se beneficiaban a cargo del dinero público. Marbella era su
destino más frecuentado alojándose en hoteles de **** estrellas (que dice este
ínclito ultracatólico juez que ¡no son de lujo!). Para más inri otros destinos
los ha adulterado, tanto en fechas como en falseadas localizaciones.
Al igual que este juez (?), otros muchos
magistrados y cargos de responsabilidad pública (?), en el desempeño de sus
funciones, se dejan llevar con suma facilidad por sus dependencias fanáticas a
la hora de tomar decisiones que pueden afectar al resto de los mortales. Si
bien es verdad que cualquier persona en su libre albedrío tiene derecho a
cualquier tipo de fanatismo, ello siempre y cuando el mismo no sea causante de
males ajenos. Pero que quienes deben velar por la rectitud de la justicia y el
bienhacer social se decanten sin tapujos por determinados fanatismos (de tipo
político, religioso, sexual, racista, etc,...), les debería inhabilitar para
poder decidir o juzgar a los demás ciudadanos...¡¡¡
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